jueves, 11 de marzo de 2010

Crucero Caribe dia 8

Crucero por las Antillas día 8

Philipsburg /St. Maarten




La isla está separada en una parte francesa, Saint Martin, y una holandesa, Sint Maarten. Esta isla es árida por ser rica en caliza y forma parte de las pequeñas Antillas, pose dos paisajes de características diferentes: la parte sur(holandesa), relativamente plana y que se caracteriza por pantanos y lagos costeros; mientras la parte norteña(francesa), llamada “grande-Terre”, tiene un paisaje cubierto de colinas cubiertas de bosques secos. La isla tiene muchas playas maravillosas que se han amenazado durante los últimos años por un número alto de turistas.


St. Maarten es el mercado marítimo principal de las Antillas. En Philispburg (holandesa) y Marigot (francesa) uno puede encontrar tiendas Duty Free con una gama amplia de productos: Licores, cigarros, joyería, ropa, relojería, perfumería, cámaras. etc.
Una de las especialidades de la isla es el licor “Guavaberry”, hecho de guayaba y ron.

Nos levantamos nuevamente muy temprano pues el embrujo de un bello amanecer nos sigue cautivando, pasamos a cubierta y ya el crucero se apresta a ingresar a puerto, lógico como siempre con la ayuda de un Práctico o Pilote como dicen en las islas francesas, pues muchas de estas entradas son a través de unos canales sisageantes, donde solo el que conoce puede llegar sin encallar, apenas amanece y se vislumbra un puerto hermoso y apacible, con una ciudad al fondo y lindas playas.




Nos informan que la ciudad y el centro comercial no se encuentra a mas de quince minutos a pie del puerto, por lo que a desayunar nueva mente como “REYES” y disponernos a quemar esa energía consumida con una buena caminata.

El clima está fresco y agradable (22 grados) con suave brisa que te refresca deliciosamente, al menos a mí, me encanta esa sensación.





Nos dirigimos a pie hacia la ciudad y nuevamente con envidia vemos calles súper limpias y una cultura ciudadana digna de admirar, todos los vehículos incluidos las motocicletas, te ceden la vía de manera religiosa, algo que ya habíamos observado en Martinica y Guadalupe. No entiendo por qué nosotros no respetamos al peatón y todo lo tiramos al piso o las vías de la ciudad, si es tan fácil, estamos llenos de papeleras (las que no queman) y todos somos en algún momento peatones.




Duele ver la diferencia, y más que “todo” es cultural, enseñarse a hacerlo, no cuesta nada. Desde hoy quiero con la colaboración de todos aquellos que de una manera u otra lean este blog, Empezar a ceder la vía al peatón y nunca tirar nada a la vía, colaboremos que les aseguro que es contagioso, así se diga que una golondrina no hace verano, por algo se empieza, por lo que reitero mi solicitud unámonos y vamos creciendo el grupo. Disfrutaremos de una ciudad mucho mejor.


Muchas gracias a los que de una manera u otra acepten esta invitación, Medellín y Colombia se lo merecen.

Continuando ahora sí, luego de ese pequeño desliz que no pude contener, vamos entrando lentamente a la zona comercial, supremamente linda y muy caribeña y se alcanza a ver por entre sus calle una linda playa, no sé qué pasa pero empiezo a sentir una atracción y enamoramiento especial por St. Maarten, es preciosa, ya desde el crucero las vistas eran especiales y en tierra se confirman, caminamos un poco por las calles pero están muchos comercios cerrados, por lo que decidimos dirigirnos a una playa cercana, solo atravesar unas calles, para encontrarnos con la más bella de las playas visitadas hasta el momento, grande, amplia y limpia con un mar que parecía de ensueño, creo que fue el puntillazo final, me enamore de St. Maarten, fue irresistible.


Para Ceci quien tenía que meterse al agua, y llevaba el bañador debajo así que chass, chasss sonó su ingreso a tan divina playa, todavía cierro los ojos y la veo.


Una piscina tiene mas oleaje y el color, que azul tan hermoso, creo que esta isla me esta embrujando, tendre que poner mucho cuidado.




Una soleadita pues toca secar el bañador, y retornar al comercio pues ya son casi las doce, nuevamente y ahora si con todo el comercio abierto, reiniciamos el infaltable mirar y mirar, como dicen puro comercio de ojo.



Parece que eso de mirar y mirar ya nos hace famosos, vea les cuento, caminando por las calle comerciales una morocha se acerca y me da una tarjeta para obtener un 20% de descuento en cierta joyería, en seguida me pregunta de donde somos, donde le digo de Colombia, inmediatamente me arrebata la tarjeta que me había dado diciendo preste haber que los colombianos no compran nada. ¿Será Verdad?


Esto nos causa risa, pero parece que es verdad, vemos los franceses y españoles comprando joyas, claro que ni modo de saber somos los únicos pasajeros colombianos. Continuamos viendo almacenes típicos y 80% joyerías y perfumerías finas, para una población tan pequeña no alcanzamos a imaginar quien es que compra tanta joya, y como es que no se quiebran, en unas de esas encuentro otra cámara igual a ya comprada, donde me salía unos 100 dólares más barata, pero al observarla es china (la mía es Japonesa) y la caja de empaque parece que la sacaron del mar, lo cual lejos de mortificarme me hace sentir muy contento con mi compra.

Eureka, eureka me salve, hemos encontrado otra hoja, mejor que la anterior, mas elegante y fina, increíble le gusto y todo gracias a mi!!! Que no le deje comprar la otra. Yo sabía…. Bueno al menos no más cantaleta.

Seguimos averiguando un Celular para Sebas (los que no sepan es mi hijo), con la sorpresa que son mas baratos en Medellín, gracias a dios, porque cuando llegamos el ya se había comprado otro de última tecnología. Será que si es verdad que al que le van a dar le guardan?


Ya cansados y con hoja a la mano decidimos volver a hacer lo mismo, volver al crucero y disfrutar de un delicioso almuerzo, piscina, jacuzzi y los infaltables coctelitos que no hacían ni cosquillas pero deliciosos y agradables, así pasamos el resto de tarde para ver partir el crucero de St. Maarten, con mucha tristeza la vista fenomenal de una bahía hermosa y calmada, casi me bajo para quedarme, me fui con tristeza, me encanto!




A esto nos acompaño uno de los atardeceres mas hermosos, otro dicho “al que no quiere caldo se le dan dos tazas”, para hacer mas triste la partida.

Al caer la noche mas o menos todos los días después de organizarnos, había que vestirse mas formal, asistíamos a un show en un barcito a ver el show y un traguito, para ir abriendo el apetito (que comedera), luego el teatro con su show principal y la cena a la carta con unos compañeros de mesa Argentinos, pero no el petulante del primer día, una pareja mas sencilla y agradable. Luego visita a las tiendas para bajar la cena, todos los días sacaban artículos en promoción con 50 y 60 % de descuento, toda la basura que tenían.


Después del paseito por las tiendas a dormir a eso de las 12 o 12:30 todo un trasnocho para mí, que acostumbro no pasar de las 9 p.m.






No sé si en esta pobre narración haya sido capaz de transmitirles algo del encanto de St.Maarten, pero a mí me embrujo, me despedí con tristeza de ese lugar paradisiaco, deseando no olvidar su paz y tranquilidad con solo verla. (les prometo que con las fotos, un pocotón, pesaran igual que yo)

Mañana TORTOLA isla británica.



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